Un proyecto colombiano desarrolla un programa de ganadería sostenible que reduce la emisión de gas metano producido por el ganado

Una vaca come un arbusto Botón de oro en la finca Cien Años de Soledad. ZORAIDA CALLE

En Cien Años de Soledad, una finca de Antioquia en el noroccidente colombiano, cuyo nombre es un tributo al escritor Gabriel García Márquez, hubo una gansa llamada Amaranta, vivió Aureliano, un toro orejinegro; y se explora una nueva manera de contribuir al medio ambiente: las vacas comen un arbusto llamado botón de oro y así producen menos gases de efecto invernadero. En otras palabras, gracias a esa dieta, las vacas expelen menos flatulencias y el gas metano, que se produce en el sistema digestivo de los rumiantes, es menor por cada litro de leche o por kilo de carne producido.

El ganado es uno de los mayores generadores del cambio climático. De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la ganadería es responsable de casi el 10% de las emisiones en el mundo. Según el informe Perspectivas Agrícolas 2019-2028, de la FAO y la OCDE, Colombia ocupa el tercer puesto en emisión de gases de efecto invernadero provenientes de la ganadería, después de Uruguay y Argentina. Por eso el proyecto de ganadería sostenible que desarrollan en Cien Años de Soledad y otras fincas en Colombia reduce esos efectos para el medio ambiente.

“El rumen (panza de la vaca) aloja una enorme cantidad y diversidad de microorganismos que participan en el proceso digestivo de las fibras vegetales y producen metano. Cuanto más fibrosa sea la dieta de las vacas, más metano se libera en el proceso digestivo y por lo tanto, mayor es la contribución de los rumiantes al efecto de invernadero”, explica Zoraida Calle, una de las propietarias de la finca e investigadora del Centro para la Investigación en Sistemas Sostenibles de Producción Agropecuaria (Cipav).

En cambio, el botón de oro tiene menos fibra y cuando las vacas la comen producen mejor leche. “El pasto tiene entre 13% y 19% de proteína por cada kilo de biomasa, mientras que el botón tiene de 25% a 29%. Eso hace que no tengamos que darles tantos suplementos o concentrados al ganado”, agrega Calle sobre las ventajas de esta planta cuya flor amarilla, fuerte olor a miel y que crece desde el nivel del mar hasta tierras por encima de los 2.000 metros.

Pero no solo el botón de oro es utilizado en la dieta de los bovinos por sus propiedades menos fibrosas. También los árboles de leucaena, matarratón y vainas de orejero, pueden ayudar a reducir las emisiones, agrega Manuel Gómez, Coordinador general del Proyecto Ganadería Colombiana Sostenible en la Federación de Ganadería de Colombia, Fedegán.

Captura de CO2

Aunque Cien años de Soledad es pionera, no es la única finca en Colombia donde se nutre a las vacas con el botón de oro. De acuerdo con Julián Chará, coordinador de investigaciones del proyecto Ganadería Colombiana Sostenible de Cipav, 4.000 productores participan del programa de sistemas silvopastoriles, que consiste en incorporar árboles frutales, maderables y forrajeros, estos últimos, los que puede comer el ganado. Comenzaron en 2010 y tienen apoyo del Fondo para el Medio Ambiente Global (GEF), el gobierno del Reino Unido, la Federación Colombiana de Ganaderos, The Nature Conservancy y el Fondo para la Acción Ambiental, con supervisión del Banco Mundial. “Hasta ahora hemos logrado la protección de 45.000 hectáreas de sistemas sostenibles de producción ganadera y se han protegido 15.000 hectáreas de bosque que ya estaban ahí”, dice Chará.

Entonces, además de la dieta del ganado que reduce los gases de efecto invernadero, la siembra de árboles y el incremento de materia orgánica en el suelo, también permiten la captura y almacenamiento de CO2; y la reducción de emisiones al eliminar las quemas y la deforestación en las fincas. “Así, en vez de entregar CO2 a la atmosfera este es absorbido por el suelo y las plantas. Y esto nos cambia la ecuación de lo que significa la ganadería para el cambio climático”, explica Zoraida Calle después de ver a las vacas devorar un lote de botón de oro.

Si bien no se trata de un programa masivo -Colombia tiene 600.000 productores- sí apunta a convencer a los ganaderos de que, además de ser más económico para ellos, incorporar plantas como el botón de oro también ayuda a controlar la erosión de sus tierras, a cuidar las fuentes de agua y en una dimensión mayor, a reducir el impacto ambiental.

Publicado en EL PAÍS – Catalina Oquendo – Bogotá 10 enero 2020 – 13:10 COT 

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